La vida como un vuelo (Parte 2)

Muy  cerca de éstas familias de Calaos, en las inmediaciones, nos encontramos con la familia de Tockus Alboterminatus. Más pequeños que los anteriores, pero mucho más activos e incluso agresivos en ocasiones, (el macho llegó a agredirnos), han sido una de las especies más difíciles con las que llegar a establecer una relación de confianza mutua.

Después de una adaptación rápida a su nueva instalación, el macho comenzó a cortejar a la hembra, regalándole pequeñas ¨golosinas¨ en forma de tenebrios y zophobas, pero ella no le prestaba demasiada atención, por lo que el pobre entró en una depresión que le hizo enfermar, perdiendo todas las plumas de la cola y con un grado alto de ansiedad y estrés  provocado por la frustración reproductiva.

Comenzó a bajar de peso y ya no quería ni las ¨golosinas¨ que todos los días le llevaba. Fueron días duros, incluso meses. Preocupados porque no sabíamos cómo ayudarle y con la angustia de no saber si lo recuperaría.

Mientras él estaba convaleciente, la pareja de Tockus nasutus, frente a su instalación, formó una gran familia con tres hermosos pollitos. Esta realidad  de otro macho cortejando a su hembra, cantándole todos los días y llevándole golosinas, empezó a animarle nuevamente y despertó su apetito por la vida, ganando peso día a día, volviendo a cantar por las mañanas cuando me acercaba a su instalación y volviendo a venir a por las golosinas.

Además, a dos pasos de ellos, la pareja de turacos cresti rojos, lograron llevar a término la incubación de sus huevos, aunque finalmente sólo un pollito sobrevivió. Entre lo alto de las palmeras y juncos un pequeño terremoto negro con plumas rojas en la cabeza, logró llegar a edad adulta después de todos los problemas en los que se metió, incluida la excursión a la pajarera de sus vecinos los marabús, bajo los silbidos de sus asustados padres.

Finalmente, el macho de Tockus alboterminatus, consiguió cortejar a su hembra y ambos con nuestra ayuda, reformaron su nido con nuevas cantidades de barro, hasta que la hembra se sintió cómoda para llevar a cabo la incubación en el interior.

Igualmente que con los calaos, nuestro macho, más feliz cada día, alimentó con esmero a su hembra y sus dos pollitos, hasta que estos fueron lo suficientemente grandes para salir al exterior.

En esta misma zona bajo mi cuidado y supervisión, también disfruto y aprendo cada día de nuestra hermosa pareja de alcaravanes del cabo, que ponen  2 huevos en el suelo, rodeados de pequeñas piedras que la pareja escoge en el suelo de su pajarera. Ambos huevos serán protegidos enérgicamente por sus dos padres y custodiados de manera constante.

Después del período de incubación, y agradecidos por el primer huevo que vemos abrirse mientras el pollito lucha por salir al exterior y por fin nacer, lo recibimos con un gran entusiasmo, conmovidos por todo el trabajo y esfuerzo realizado para llegar hasta aquí.

Mi trabajo supone una gran entrega y un gran esfuerzo, pero siempre está lleno de acontecimientos, que me tienen el corazón agitado en el pecho y  lágrimas de emoción y alegría en los ojos.

En esta historia, la mía, he enumerado algunas de las especies que custodio, con las que comparto mis días, mis emociones, con las que aprendo lecciones de progreso, sufrimiento y pérdida, pero también de alegría y superación de cualquier obstáculo en el camino.

Una historia de esperanza, victoria e ilusión, que me recuerda la historia de la paloma Cher Ami.

Todas las especies que albergo, me dieron sin palabras unas partes de sus vidas, con sus contratiempos, desafíos, sufrimientos y alegrías, en sus épocas de soledad y de parejas, cuando sufrieron alguna enfermedad o perdieron la vida.

Pero día tras día, en su pequeño universo me enseñan una lección de perseverancia y de alegría.

Por eso les digo a todos ustedes que la vida es un regalo único e invaluable, así que disfruten cada momento, déjense sorprender por la belleza de esos instantes únicos y alégrense por todo lo que les rodea.

Adina Zaha